
¿Por qué libro empiezo de Haruki Murakami?
- Escrito por JT Espínola
- On 7 mayo, 2018
“Soy grande. Son las películas las que se han hecho pequeñas.”
Con semejante arponazo dialéctico se aferraba Norma Desmond en Sunset Boulevard al viejo cine mudo que la encumbró, y cuyo final pulverizó sus días de gloria. Nada ni nadie la desterrarán de una realidad que, aunque turbia, es magnética y poderosa. Y esa capacidad para erigirse un universo y reafirmarse en él la tienen los grandes creadores como Haruki Murakami. Es uno de esos ‘novelistas-arácnidos’ capaces de tejer delicadas redes con palabras a las que te quedas adherido e inmóvil junto a sus personajes. Ni quieres ni puedes escapar de murakamilandia.
En pocas páginas despliega ante ti ese universo hipnótico, agridulce, asfixiante, personal y adictivo poblado por personajes laberínticos y enigmáticos, siempre en busca de sí mismos y de otros.
Ellos destilan toda la magia, la soledad, la fuerza, la esperanza, la fantasía y la desolación que solo Murakami es capaz de insuflar para dotarlos de una cualidad absorbente y magnética de la que es prácticamente imposible zafarse. La aparente quietud que sobreviene al desastre anestesia el ritmo narrativo y materializa esa aura hipnótica de quien transforma vívidas escenas cotidianas en distorsiones acuosas.
Tanto que adentrarse en la literatura de Haruki Murakami es como bucear: o te adaptas al entorno acuoso e interiorizas una nueva manera de respirar y de moverte, o te agobias y rechazas una segunda inmersión. Aunque una vez murakamizado como lector tu murakamifilia se revitaliza y expande a cada nuevo título que lees, la clave estriba en acertar con la primera elección.
1. Tokio Blues, Norwegian Wood. Tokio Blues es una de las mejores vías de acceso a la impecable genialidad del nipón H. Murakami. En ella, una melodía de los Beatles le clava a traición dos décadas atrás a un ejecutivo con un pie en los cuarenta. Su desdoblamiento apasionado entre la misteriosa y cautivadora Naoko, quebrada como él tras el suicidio de Kizuki –su mejor y único amigo y el novio de ella–, y la arrolladora Midori marcaron su torpe posicionamiento en el precario equilibrio emocional en el que sigue inmerso. Deslumbrante.
2. Sputnik, mi amor. Murakami. Tusquets. Una de sus cimas literarias es Sputnik, mi amor, en la que te ves colgado en el vacío junto a un joven profesor, una carismática aspirante a escritora de 22 años y una glamurosa mujer de mediana edad. Él está enamorado de la novelista que, a su vez, siente una pasión desbocada por la hermosa mujer. El final de un viaje que ellas emprenden rompe súbitamente la tela y todos os precipitáis hacia un delicioso final. Soberbia. Sputnik, mi amor
3. After Dark. Murakami. Tusquets. Murakami crea personajes que interaccionan en una noche, revelándonos paulatinamente las luces y las sombras de los demás. Mari es lo suficientemente fuerte como para mostrarse frágil, mientras su bella hermana duerme para esquivar su realidad, el músico Takahashi renuncia al jazz, la ex luchadora Kaoru venga a una prostituta china y al informático de traje gris se le escapa la bestia que lleva dentro. Inquietantemente deliciosa.
4. 1Q84 (I, II y III). Murakami. Tusquets. Pasen y lean, porque el maestro Murakami levanta su bibliohomenaje al universo literario georgeorwelliano desbrozando los destinos de Aoame –asesina a sueldo y fisioterapeuta– y Tengo –maestro y aspirante a novelista–, que coexisten en el Tokio de 1984 y se buscan a sí mismos y al otro a través de su pasado, hasta que ahora entra en juego un tercer personaje, el detective Ushikawa, a quien el ‘buen hacer’ de Aoame descabezando a La Vanguardia le ha puesto en jaque ante la secta y, salvo que la encuentre y la entregue, sabe que tiene los días contados. Tras sobrepasar el umbral de casi dos mil páginas vuestra murakamifilia saldrá revitalizada.
5. Baila, Baila, Baila. El biblioresquemor que a los devotos de H. Murakami nos provocó que Baila, Baila, Baila tardara más de dos décadas en traducirse al castellano se desvanece en unas pocas páginas. Aquí el protagonista es un escritor freelance treintañero que, tras recuperarse de una catarsis emocional, decide regresar al destartalado hotel en el que se hospedó junto a la carismática Kiki, porque siente que de allí arranca el hilo que le conducirá a su destino. Otra obra enorme de un gran creador.
6. Después del terremoto. Si lo que pretendía era intensificar más aún mi murakamismo acerté al leer, aunque con retraso, Después del terremoto porque los seis relatos que lo componen son esencias destiladas del genio nipón. Hilvanados con exquisita sutileza sobre el tapiz del terremoto que sacudió la ciudad japonesa de Kobe en 1995, pero sin referencias expresas en el epicentro de sus tramas, Murakami vuelve a vaciar sobre el lector su arsenal de personajes varados en la soledad y aplastados por una vacuidad existencial antes latente y ahora, tras el terremoto, perfectamente palpable.
Referente indiscutible de la literatura japonesa y eterno candidato al Nobel de Literatura, las historias de Murakami son inquietantes, su narrativa preciosa y sus personajes, varados en la soledad y aplastados por la vacuidad existencial y las convenciones, son supervivientes a tsunamis emocionales con efectos devastadores y solo perceptibles de piel para adentro.
7. Kafka en la orilla.
Un libro aun más surrealista que los anteriores. Imagenes, situaciones, lugares, realidad y sueños, pasado y futuro, conversaciones, reflexiones sobre la vida y la muerte, personajes, que se entrelazan para jugar directamente con la mente del lector.
Un libro donde se reflexiona sobre la música de Beethoven, aparece Johnnie Walker, el protagonista es un chaval de 15 años japonés, los gatos hablan, llueven sardinas, se reflexiona sobre el sentido de la vida, te explica cosas sobre la segunda guerra mundial, aparecen seres voladores y monstruos infernales… Y todo esto se entremezcla de forma natural creando una atmósfera al más puro estilo Haruki Murakami.
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