
Vincent Van Gogh
- Escrito por JT Espínola
- On 21 mayo, 2018
Van Gogh entendía la pintura como vía de modificar la sociedad y como vehículo de salvación personal. Fue un personaje difícil en su relación con los demás y en lo económico, fue un fracasado en cuanto a lo amoroso. En el trabajo tampoco le fue demasiado bien y le hubiera sido difícil sobrevivir de no ser de la caridad de su hermano Théo. Nuestro artista se enfrenta desde una óptica muy personal a una vida que para él resulta frustante. Los niveles que alcanzó le llevaron al suicidio, en una de sus últimas cartas manifiesta abiertamente cómo la pintura le estaba llevando a la destrucción. Abrió caminos al expresionismo posterior.
Era hijo de pastor protestante, trabajó para la casa de subastas Goupil, la cual abandonó impulsado por el deseo de ayuda a sus semejantes. Así, es como pasa a ser miembro del apostolado seglar en una zona muy pobre de Holanda. Intentó entrar en un seminario de protestantismo, pero no fue aceptado por su carácter inestable. Hay un mito negro entorno a su figura, siempre se habla de Van Gogh como «el loco pelirrojo que se cortó una oreja». Como tantas veces en la historia, hay que indagar sobre los motivos que le llevaron a cometer la famosa amputación por la que el artista es conocido, quizá así no se le consideraría como aquel epiléptico, esquizofrénico que ingresa en el manicomio y se pega un tiro.
Fue en el 1879 cuando comenzó a pintar de modo vehemente. Empezó a rellenar álbumes copiando del natural. También le marcó mucho el barroco holandés, tuvo un claro referente en Rembrandt en cuanto a cromatismo. Cultivó temas de clases populares. En el punto de vista conceptual se vio muy marcado por la literatura francesa, E.Zola le apasionaba. En esta etapa pone de manifiesto con claro realismo la vida cotidiana de los menos protegidos, se acerca con dignidad a una situación de abandono social. Sus gamas ahora son oscuras, los entornos pobremente iluminados y con tensiones de luces y sombras.
Su punto de partida se encuentra en pintores realistas franceses: Courbet, Daumier, Millet… . En 1885 se trasladó a Amberes por lo que se familiariza con la pintura de Rubens y Frank Hals.
En 1886 se traslada a París atraído por Impresionismo del que tanto le había hablado su hermano Théo. El descubrimiento del Impresionismo supuso en nuestro artista una gran decepción y un duro golpe porque es ahora cuando se da cuenta de que su pintura no tiene vigencia, se sintió marginado y fuera de onda. El conocimiento del Impresionismo supuso un estímulo para su cambio:
-Abandona argumentos pictóricos, decantándose por el paisaje y el retrato.
-Aclara su paleta, usa una gama luminosa. Por lo general usa colores puros en pincelada de pequeños toques que puede recordar al Puntillismo .
En 1888 se traslada a Arlés. Marchó allí animado por Lautrec, buscando lo apacible. En Arlés encontró una primavera plácida y de equilibrio, que cambió en la navidad del mismo año al contactar con Gauguin. En Arlés se instaló en una pequeña pensión, encima del café de la estación alquila la famosa Casa Amarilla, donde pensó establecer el refugio de sus amigos. En estos años pinta obras que son muy conocidas.
Gauguin es invitado por Van Gogh a pasar las navidades del 88 en su casa. Pronto surgen desacuerdos y fricciones entre ellos. Gauguin se burlaba de la candidez de Van Gogh y arremetía contra su modo de pintar, asegurando que los verdaderos temas eran aquellos que se terminaban en taller y no al aire libre. El 23 de diciembre estalla la gran crisis. Van Gogh, agotado por las impertinencias de Gauguin intenta agredirle con una navaja de afeitar, sin embargo, su acumulado resentimiento le lleva a mutilarse la oreja. Había nacido el primer síntoma de su desequilibrio.
En mayo de 1889 es internado en un manicomio de Saint Rémy.. Allí, permaneció un año alternando la alucinación con momentos de tranquilidad. En ningún momento dejó de pintar, las obras de este periodo evidencian sus tensiones y desequilibrios. Trigales y cipreses se hacen frecuentes en la producción de este tiempo. Las llamaradas oscuras y la pincelada crispada y nerviosa permite descargar su tensión interior. La naturaleza que le atrae es trémula, con escabrosos accidentes de terreno. Predominan las visiones tétricas y lúgubres que distorsionan la realidad. También realiza copias de los grandes maestros a partir de grabados en blanco y negro. Su recluimiento no le impide el realizar algunas de sus obras más importantes.
Después, Van Gogh sale del manicomio y se establede en Auvers, donde lo acoge el conocido Doctor Gadchet, amigo de su hermano Théo. En Auvers-sur-Oise pasó sus últimos meses, abrumado por la soledad, se dio un tiro el 27 de julio de 1890 del que muere dos días después. Hijo de un pastor protestante holandés, Van Gogh comenzó trabajando en una galería de arte en La Haya, dando clases de francés y ejerciendo de pastor laico entre los mineros belgas. Sus primeras obras reflejaban ese ambiente proletario cargado de crítica social, en las que se hace patente tanto la influencia de los pintores de campesinos Jules Breton y Jean-François Millet como su interés por la literatura realista de la época.
Entre 1886 y 1888 vivió en París con su hermano Theo van Gogh, que era marchante de arte. Allí conoció a Toulouse-Lautrec y a Gauguin y se familiarizó con los nuevos movimientos artísticos que estaban en pleno desarrollo. Recibió una fuerte influencia de la obra de los impresionistas y de las estampas japonesas de Hiroshige y Hokusai y su paleta se hizo más colorista. En 1888 abandonó la capital francesa para trasladarse a Arles, al sur de Francia, con la intención de fundar una comunidad de artistas. Bajo el ardiente sol de Provenza, pintó escenas rurales y empezó a abandonar los métodos puntillistas e impresionistas en favor de una pintura de formas más sintéticas y colores más estridentes.
En octubre de 1888 Gauguin fue a verle a Arles y vivieron y trabajaron juntos durante un corto periodo de tiempo, ya que pronto empezaron a tener violentos enfrentamientos. Una noche del mes de diciembre, después de una gran pelea en la que Van Gogh amenazó a Gauguin con una navaja, el artista se cortó parte de una oreja. Después de este incidente, estuvo algún tiempo internado en un hospital de Arles y un año en el hospital psiquiátrico de Saint- Rémy.
Van Gogh pasó el final de su vida en Auvers-sur-Oise, un pueblo al norte de París donde vivía el doctor Gachet, médico y coleccionista de obras de arte, a quien Theo van Gogh encargó el cuidado de la salud de su hermano pintor. En los casi dos meses que residió allí antes de su suicidio, vivió, con recuperada energía, una frenética etapa creadora. Durante esas últimas semanas de vida pintó algunos retratos, pero sobre todo numerosos paisajes en los que utilizaba una paleta reducida y unas pinceladas agitadas y nerviosas, de ritmo ondulante y repetitivo. Su estancia en esta localidad coincidió con las buenas críticas que recibió su obra por parte de Albert Aurier en el Mercure de France y la invitación a participar en la exposición de Los XX en Bruselas, donde por primera y última vez en su vida, vendió una obra. Sin embargo, a pesar de estos pequeños cambios en la apreciación de su trabajo por parte de crítica y público, tras una nueva crisis depresiva, Vincent van Gogh acabó con su vida disparándose un tiro.
Van Gogh fue un artista único, a la vez que genio atormentado, que murió prematuramente a los 37 años por una herida de bala que se hizo él mismo supuestamente al dispararse en el estómago. Al menos esa es la versión oficial de su muerte. Llegó tarde a tomar contacto con el pincel, solo una década antes de abandonar este mundo, y dejó un legado de más de 900 pinturas y 1.600 dibujos, de los que solo logró vender un cuadro en vida. La calidad de su obra fue reconocida solo después de su trágica muerte, siendo catalogado como el padre del arte moderno.
Su vida estuvo llena de altibajos y capítulos turbios y oscuros, aunque eso no le impidió desarrollar su talento. Este maestro del postimpresionismo de temperamento fuerte y mente inestable se enorgulleció de ser autodidacta y definió su juventud, que pasó entre diferentes internados, como “triste, fría y estéril”. Pasó por infinitos trabajos de los que fue despedido y se enamoró sin ser correspondido.
No fue el primer Vincent de la familia. Recibió el mismo nombre que le habían puesto a un hermano que nació muerto exactamente un año antes. Este acontecimiento marcó para siempre su relación con sus padres. Solo con su hermano pequeño Theo mantuvo una relación inquebrantable. Él fue el único que se mantuvo a su lado, le apoyó económicamente y trató de comprenderle cuando todo el mundo le daba la espalda por considerarle un fracasado.
Su existencia estuvo marcada por la depresión y los fuertes estados de angustia. Algo que la directora y licenciada en Bellas Artes polaca Dorota Kobiela conoce muy bien. Más que con las inquietas pinturas del loco del pelo rojo, la realizadora conectó con los sentimientos más profundos del neerlandés y se identificó con su entrega infinita a su arte cuando la depresión se apoderaba de la carrera artística de esta mujer. Quiso hacer un cortometraje de ocho minutos basado en el trabajo de Van Gogh, pero su marido, el productor británico Hugh Welchman, le insistió en llevar a cabo un homenaje más grande.
El resultado es una cinta experimental y totalmente original que lleva por nombre Loving Vincent, una titánica producción que se estrena en las salas el próximo 12 de enero distribuida por Karma Films y que se ha convertido en el primer filme pintado al óleo de la historia del cine. En él han participado 125 profesionales de todo el mundo que han pintado artesanalmente a mano más de 65.000 fotogramas animados que dan vida a los cuadros de Van Gogh recorriendo la misteriosa vida del pintor a través de las cartas que con frecuencia escribía a Theo.
El largometraje fue inicialmente rodado con actores en sets de Londres y Polonia construidos con la apariencia real de los cuadros del artista y posteriormente pasó a ser pintado en lienzos, fotograma a fotograma. Un proyecto de enorme magnitud que mantuvo a Kobiela y a su equipo trabajando en este innovador formato durante más de cinco años. Y para lograr que la historia se desarrollara de forma fluida, cada segundo de la película, que tiene una duración de 95 minutos, necesitó de 12 cuadros pintados a mano. En total, 94 obras del máximo exponente del postimpresionismo aparecen de una manera muy similar al original y otros 31 son una representación parcial. De esta forma, La noche estrellada, El doctor Paul Gachet, Terraza de café por la noche o Trigal con cuervos pasan del lienzo a la gran pantalla en un montaje sin parangón.
Está claro que si no hubiera sido por la determinación de la pareja Kobiela-Welchman, el séptimo arte se habría perdido una obra maestra, un sueño de belleza abrumadora que embelesa al espectador gracias al poder visual de sus imágenes, creadas a base de gruesas y espesas pinceladas de vivos colores, y de una trama de tintes detectivescos que arranca con la misteriosa muerte de Van Gogh el 29 de julio de 1890.
Los directores se centran sobre todo en la investigación llevada a cabo por Steven Naifeh y Gregory White en 2011 y que plasmaron en el libro Van Gogh: The Life , que sostiene que el pintor no se suicidó, sino que fue disparado por René Secrétan, un adolescente que se divertía paseando por los campos vestido de vaquero mientras hacía prácticas de tiro. De esa incógnita aún por esclarecer bebe Loving Vincent, cuya trama podría decirse que es casi como un rompecabezas que comienza cuando Armand Roulin (Douglas Booth) recibe una carta de su padre, el cartero Joseph Roulin, para entregarla en mano en París al hermano de su amigo Vincent Van Gogh (Robert Gulaczyk).
Pero en la capital francesa no hay rastro de Theo y Armand inicia entonces un viaje a Auvers que le lleva a conocer y dialogar con diferentes personajes que estuvieron en contacto con el artista (la hija de los posaderos, Adeline Ravoux; el amigo y médico Dr. Gachet; la hija de éste, Margarita, interpretada por Saoirse Ronan; el ama de llaves; el barquero…) y, de esta manera, descubre cómo fue el hombre que se escondía detrás del genio.
El largometraje combina de forma sorprendente una historia repleta de color chispeante y sombras oscuras que tejen un relato que se mueve a un ritmo trepidante con una cámara que fluye nerviosa, incapaz de parar de brindarnos esos trazos tan característicos de Van Gogh, que ahora cobran vida como por arte de magia, salpicando cada detalle de una sensibilidad exquisita. Y mientras, Armand intenta encontrar una respuesta concreta a la verdadera causa que llevó a la tumba al artista. Porque ¿cómo puede un hombre pasar de la tranquilidad al suicidio en solo seis semanas? ¿Por qué razón se iba a suicidar cuando todo empezaba a marchar mejor para él?.
En Loving Vincent observamos las lágrimas de un Theo desolado y el continuo flash backs que recuerdan un pasado doloroso protagonizado por el propio Vincent y dibujado en blanco y negro que contrasta con los alegres tonos del presente. Los grandes artistas no tienen el alma en paz y a Vincent el alma se le agitaba continuamente. “Quieres saber demasiado sobre su muerte, ¿qué sabes de su vida?”, le pregunta a Armand Margarita cuando éste no deja de interrogarla a cerca de su relación con el pintor.
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Presentada en la sección Anima´t del Festival de Sitges, esta ópera prima no ha dejado de recoger los elogios de la crítica y el público allá donde se ha proyectado. Ganó en los Premios de Cine Europeo como mejor película de animación y ha obtenido 10 premios del público en festivales internacionales como el de Annecy, Doha o Vancouver, entre otros. Además, ha estado nominada a mejor cinta de animación en los Globos de Oro y seguro que tendrá su merecido hueco en los Oscar.
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