En 1902 se convocó un concurso nacional para construir un monumento al rey Alfonso XII, a iniciativa de la reina madre María Cristina de Habsburgo-Lorena. El ganador fue el arquitecto José Grases Riera con un grandioso proyecto en uno de los lados mayores del estanque del Retiro, compuesto por una gran columnata con un gran número de esculturas que rodearía a la estatua ecuestre del rey, a un lado del estanque, en bronce y mármol.
Todo el conjunto mide 30 metros de alto, 86 metros de largo y 58 metros de ancho, y participaron en su elaboración más de veinte escultores. Fue la primera estatua conmemorativa de las que durante el pasado siglo fueron poblando los jardines; obras como las de Mariano Benlliure, Josep Clarà y Mateo Inurria, entre otros.
En primer término está la estatua ecuestre del rey, fundida en bronce, realizada por Mariano Benlliure en 1904. En el basamento central, «La Paz», de Miguel Blay, «La Libertad» de Aniceto Marinas y «El Progreso» de Miguel Ángel Trilles. En el zócalo, tres relieves de bronce. Del monumento central avanzan unas escalinatas hacia el estanque con cuatro leones de piedra que labraron Vallmitjana y Estany. Debajo de sus pedestales, en bronce, cuatro sirenas obra de Antonio Parera, Rafael Atché, Coll y Alsina.
Años posteriores llegando a los dieciséis años mi sitio de recreo inspiración fue la casa de fieras, actualmente hoy la bilblioteca Eugenio Trias y a mediados de Mayo una cita ineludible año a año. La feria de Libro.
Los antecedentes de un zoológico en Madrid se remontan a 1774, cuando Carlos III mandó construir un parque de animales en la actual Cuesta de Moyano, cuyos terrenos formaban parte de los Jardines del Palacio del Buen Retiro. Esta instalación complementaría el proyecto de Museo de Ciencias Naturales que se pensaba ubicar en el edificio que actualmente ocupa el Museo del Prado y junto al Jardín Botánico. Este era el segundo zoológico de Europa después del de Viena.
En estas fechas (siglo XVIII y principios del siglo XIX) los fines científicos y de investigación se mezclaban con otros menos elevados, como era celebrar luchas entre leones, tigres y toros. Estos espectáculos eran muy aplaudidos por los monarcas y la aristocracia, y se solían celebrar en los bautizos de los infantes y en las fiestas en honor de algún ilustre visitante extranjero.
A finales del siglo XVIII se trasladaron las instalaciones a la esquina del Parque del Buen Retiro, junto a la actual Puerta de Alcalá. Las jaulas, conocidas como «La Leonera» contenían los animales peligrosos y, estaban colocadas formando un octógono en cuyo centro se encontraban herbívoros como ciervos, gamos, gacelas, llamas, avestruces…
Con Fernando VII, en 1830, se ampliaron y mejoraron las instalaciones trasladándolas a la zona adyacente a la actual Puerta de Sainz de Baranda. Se realizaron las obras de la Casa de Fieras, pasando a llamarse Gabinete Real de Ciencias Naturales, perdurando su nombre hasta 1972, fecha del traslado al Zoológico de la Casa de Campo.
De esta fecha es «La Leonera», edificio de dos plantas. En la inferior se estaban las jaulas para varios tigres, una pantera, dos hienas, un chacal, y en la superior se habilitaron estancias para la familia real y sus huéspedes, donde también se encontraban animales disecados como parte de la decoración. También se dispusieron algunas otras jaulas y fosos para animales en las proximidades, como el kiosco de los monos, la elefantera, la osera y otras jaulas que habitaban pavos reales blancos de Japón, llamas peruanas y gacelas africanas.
En la esquina entre las actuales Puerta de Madrid y Puerta de O’Donnell se levantó una montaña artificial, conocida como la Montaña de los Gatos, Montaña Rusa o Montaña de los Osos, por ser estos los animales que allí se encontraban.
Con la proclamación de la Segunda República, el nuevo ayuntamiento democrático destituyó a Cecilio Rodríguez y la Casa de Fieras atravesó un serio estancamiento, que se agudizó con la Guerra Civil, llevándola casi a su desaparición. Durante la contienda murieron de inanición varias fieras y otras se sacrificaron para el consumo humano. Se vivieron también escenas dramáticas en sus instalaciones, pues entre 20 y 30 prisioneros «derechistas» fueron arrojados vivos para ser devorados por los animales, según algunas fuentes. Este hecho no está históricamente demostrado.
Desde el Zoológico de Múnich llegaron nuevos osos, tigres, leones y primates, además de las aportaciones de particulares. Se instaló una clínica veterinaria.
La Casa de Fieras se hizo tan popular que algunos días festivos se alcanzaban los 200.000 visitantes, llegándose a más del millón y medio de visitas en 1967. A la hora de trasladar la Casa de Fieras al nuevo Zoológico de la Casa de Campo se contabilizaron más de 550 ejemplares correspondientes a 83 especies.
Ya en la década de los cincuenta del siglo XX se intentó trasladar, sin éxito, la Casa de Fieras a la Casa de Campo, con un proyecto del arquitecto alemán Hanz Heck. Finalmente el 22 de junio de 1972, siendo alcalde de Madrid Carlos Arias Navarro se cerró definitivamente la Casa de Fieras del Retiro y se inauguró el Zoo de la Casa de Campo.
Las instalaciones de la Casa de Fieras, una vez clausurada, se desmantelaron en su mayor parte y los pabellones sirvieron de dependencias administrativas de la Junta Municipal de Retiro, hasta su traslado en 2004 a los antiguos Cuarteles de Daoíz y Velarde.
El 29 de abril de 2013 se abrió en las dependencias de la antigua Casa de Fieras una nueva biblioteca de la red de bibliotecas públicas del Ayuntamiento de Madrid, con el nombre de «Eugenio Trías. Casa de Fieras de El Retiro». Dentro de la misma se han conservado algunas de las estructuras originales, como las rejas por las que se echaba de comer a las fieras desde la primera planta.
En esta antigua Casa de Fieras, reconvertida en moderna biblioteca tuve el mayor descubrimiento de mi vida literaria. En encontré y descubrí al Maestro. Encontré a Dalí, y a través de su obra germinó en mi la ilusión de un gran y bonito proyecto literario. La Pluma de Oro y sus inicios.