Los labios de Eva es una novela de pasiones, de reencuentros, de luchar por lo que nos han arrebatado, por desterrar los demonios que nos impiden ser nosotros mismos, de recuperar la inspiración y crear belleza. Dos escritores en otrora amigos, una mujer prohibida que inspira a través de sus besos, una obra por terminar. Un último tren en el que agarrarse a la vida o caer en la frías  manos de la muerte, la locura y el olvido. Un visaje a la locura. No es fácil vivir de rodillas. Una novela donde adentrarnos en el mundo literario de un escritor desequilibrado, desterrado y su Musa.

Cada viernes tendremos una cita con Los labios de Eva… Sus besos son la llave de la belleza.

 

LOS LABIOS DE EVA

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                           CAPITULO PRIMERO

         El primer día es el más difícil. No se por dónde empezar a buscar después de cuatro años recluido en este hospital mental para cuerdos y no tan cuerdos. Han decidido que ya estoy curado, y les he creído. He tenido mucho tiempo para pensar y sé que ella dónde esté, también. Tengo que encontrar a Eva, mi obra lleva esperando mucho tiempo este momento.

Mi nombre es Carlos Velarde, y a mis cuarenta y ocho años lo he perdido todo. Ya no encuentro en mí resquicio alguno de valor, admiración o respeto por la vida, nada me emociona. Mi nombre ya no significa nada para la sociedad, pero tengo una idea al respecto para solucionarlo. Nunca más de rodillas… Eva me arrebató el poder de la palabra, la pasión, el romance idílico con la escritura. Mi amor es mas intenso que mi odio por ella, pero él me la arrebató a la francesa, para que en el fluyeran los textos, los personajes, y  emanaran las escenas….Ahora es un célebre escritor saboreando las mieles del éxito, pero no es mejor de lo que era yo. Es un gran impostor. Es hora de recuperar lo que es mío. Solo la necesito a ella.

Hoy debería ser el día mas bonito de mi vida , pero no lo es. Es Domingo, no me doy cuerda. Hace dos horas abandoné la Residencia Psiquiátrica Virgen de los Desamparados en la localidad de Riaza, en Segovia, y sin domicilio al que acudir,  terminé en la Puerta de Sol de Madrid, sintiéndome extraño en mi propia ciudad de adopción, siendo segoviano de cuna. La libertad era mi sueño, y ahora que lo era, no me sentía del todo libre. Durante los dos años de mi reclusión, pastillas, y horas de batas blancas con malas intenciones, no he dejado de pensar en mi obra maestra, “La fragilidad de los Sueños de Látex” lo tengo todo narrado en mi cabeza, desde la primera línea hasta el desenlace final. Es un final grandioso, apocalíptico. Solo falta el ingrediente esencial para desarrollarla con éxito. La pasión. Eva.

Los rayos sudorosos daban la bienvenida a Junio, el calor se adhería a mi ropa oscura, fuera de estación y época, en consonancia con mi alma. Solo disponía de la dirección de un amigo vasco del Psiquiátrico viviendo en Madrid, Patxi el cual me dio su palabra, cuerda o no, que me ayudaría cuando saliese. El creía en mis historias, le encantaban mis personajes, y dormía mejor con ellos que yo mismo. La dirección de Patxi me llevo a la calle Olvido numero cinco. El portal era un basurero, y el hedor a “Putarin” era insoportable. El olor a micciones mañaneros de las señoras profesionales del amor, era demasiado intenso para unas narices faltas de vida.

Al llegar a casa de Paxti, me encontré con una vacío que había experimentado varias veces durante mi internado. Nunca nada es lo que parece, y si algo puede torcerse o salir mal, saldrá mal. Paxti había vuelto a Bilbao con su madre, ya no tenía amigo. Mi teoría al respecto es clara. Todo depende del poder de la atracción, donde tras una ostia viene otra ostia de igual o mayor tamaño, y si eras demasiado torpe muchas mas y seguidas. En  este momento seguía predominado en mi, el polo negativo pega ostias, pero no por mucho tiempo. Hoy era  el día en acabaría mi destierro y mi mala suerte. Debía acudir a una cita ineludible con la vida.

Durante semanas anteriores a mi gran día, en mi cuarto con vistas a  compañeros en sillas de ruedas al sol, otros a pie dando vueltas en circulo, arreglando el mundo alienígena que nos ocupaba, pensé minuciosamente en cada detalle, y sabía como librarme de él para siempre. Mi plan era perfecto. El no la merecía. Ella solo bebía de su éxito, pero no de sus labios ahora negros y secos. Ninguno quería perder su estatus de conveniencia forjado a personajes que otrora eran míos y que yo compartía con Eva. Me traiciono, pero la perdono. Mi obra es mas grande, y ahora es ella la que debe ser mi Musa. No tiene salida sino quiere reunirse con él en el Mundo sin palabras.

Mis pasos me dirigen a la hora del té sobre el Paseo de coches del Retiro, en el día soleado de San Antonio. En una tarde calurosa pero llena de colores que me despojan de mi otoño eterno. La firma de ejemplares es en la caseta 168  de los editores Extar S.L, firma el ilustre impostor Cesar de la cueva, su ultimo betseller, “La Falacia del Eureka”.

Avisto las largas colas. Tengo preparado mi ejemplar, y un par de balas. Si fallo jamás podré escribir mi obra maestra, y saborear de nuevo los labios de Eva.

 

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