
Los labios de Eva. Capítulo 2
- Escrito por JT Espínola
- On 16 diciembre, 2016
Seis años antes en Barcelona…
En vacaciones estivales huyo de Barcelona y me dirijo en mi coche descapotable hacia mi nueva casa de la playa en la costa Brava, en Calella, para poder escribir y terminar mi última novela en ciernes. Tengo a mi editor de los nervios quedan menos de dos meses para entregar en “Septiembre estoy Muerta,” y el tiempo apremia. Tengo miles de borradores y archivos inútiles, y una y otra vez la reescribo. Creo que me falta inspiración o talento. O todo. Estoy en mi primera crisis importante de creatividad, y mi editor no para de pedirme capítulos de mi nuevo betseller, pero no tengo nada bueno todavía. Es la primera vez que me quedo seco como un pozo, sin personajes que inspiren, sin tramas que no sean recurrentes, algo nuevo con que atrapar a los miles de lectores que están deseosos de la nueva novela de Carlos Velarde. Tengo sed y no sé como saciarla.
Mis anteriores novelas fueron un éxito nacional e internacional, y subieron como la espuma, agotándose la primera edición en una semana. “Comido por la sal” fue un éxito de crítica, y en pocos meses fue traducido a treinta países. Mi presentación en Londres fue de las más emotivas de mi exigua carrera como escritor. Solo tres novelas y estaba en el candelero. Después de la gran acogida de mi primera novela siguieron “El secreto del Irlandés“, y “Semejantes”. En mi segunda novela dí un giro de tuerca, dejé atrás mi narrativa histórica por una de suspense e intriga. Un robo al banco mundial londinense acapararon la atención de miles de lectores.
En “Semejantes“, mi apuesta fue arriesgada pero necesaria. Nunca has dejar de sorprender, me repetía una y otra vez. Suplantar la identidad de alguien que se parece a ti me devolvió a las portadas de las mejores revistas y periódicos nacionales. Es significativo cuando te reconocen por tus personajes. El personaje central de la novela es Héctor, que se hace pasar por un estrella del cine español fallecido en un centro de desintoxicación, fue llevado al cine hace dos años por el reconocido cineasta Alejo Veras, ganadora de varios premios de la crítica cinematográfica.
Dejé mi trabajo en el despacho de arquitectura en que empecé con mi padre hacía quince años para dedicarme a esta nueva y excitante profesión, y me trasladé a Barcelona. Allí conocía a un antiguo amigo de la infancia, y el ahora mi editor, Víctor de las Heras. Me tendió la mano para convertirme en lo que soy ahora. Un mejor escritor de novelas en donde las malas noticias se apaciguan con buena literatura. El pueblo necesitaba evadirse de la realidad, y que mejor que una buen libro para desayunar. Con tal solo dos años pasados de la cuarentena, era el escritor de novelas del momento, era casi más importante que mi Héctor.
Al llegar de madrugada a casa no podía conciliar el sueño, debía enfrentarme a mis escritos, y notas y empezar a dar vida a esta maldita novela si no quería empezar a tener problemas con Víctor, y tener que devolver los doscientos mil euros que me adelantaron para conseguir un nuevo betseller en menos de un año. El dinero ya no era el mismo, decidí comprarme este casa a las a fueras en la costa con vistas al mar y con playa privada, y gente de servicio. Tenía hospedado a mi amigo Mario un extravagante y diseñador de joyas en problemas tras la muerte de su madre. El complejo de Edipo nunca se va después de su pérdida. Lo conocí en una fiesta en Barcelona, y hasta ahora ha sido mi mano derecha. Es mi “read manager”. Lee todo lo que escribo, y si le gusta es que es bueno. Espero poder seguir contando con él , es mi mano derecha, espero no me la corte algún día con alguna de sus excentricidades. Cuando llegué, estaba durmiendo, él ahora necesitaba descansar y yo dar vida a esos borradores faltos de armonía.
Empecé a notar la brisa veraniega de las noches blancas de Junio en mi cara. Las palabras empezaban a fluir en ese mar de fondo blanco roto por las olas de mis dedos, y cuya líneas se mezclaban con la brisa y me decían así…
“Sigo jugando al Póker, aunque ya no de manera profesional. La muerte de Doyle hacía escasamente dos meses, me marcó. La huella de una amigo es imborrable, y la de él, lo era, aunque dibujará su silueta con mayor o menor destreza en mi cerebro. La información que recibía a través de mis manos y demás sentidos no era absoluta, pero daba igual. Doyle era mi amigo, y siempre le recordaría en lo más profundo de mi corazón, y le pondría la cara más bella que imaginara, su voz cálida y olor a whisky permanecerán en mí, como si estuviera aún mi lado, en la mesa final de cualquier torneo, jugándonoslo todo All In, y llevándonos el botín de la mesa, ante la atónita mirada de nuestros confiados adversarios. Después de la muerte de mi padre, hacía tres años, y de poder liberar a Daniel de la cárcel, pensé que vendrían los buenos tiempos, pero… me equivoqué. Nada más lejos de la realidad, ellos no dejarían que fuese tan fácil. Llegar, no ver, y ganar. Así no funcionan las cosas, y menos en Las Vegas. Ser ciega no iba a ser un impedimento para eliminarme, y menos después de lo que hice. Se que están cerca, pero ya no voy a huir más, serán ellos o yo, puede que en Septiembre este muerta, pero eso ahora ya no importa.
Si estuviera aquí Doyle, les daría una patada en el culo, aunque le costará mantenerse en pie, debido a su embriaguez, pero no dejaría que me pasara nada, era mi mentor, y mi segundo padre, sin él hoy mi hermano Daniel estaría muerto, ejecutado en la silla eléctrica por el presunto homicidio de Jack Stud, y la vida no le hubiera permitido tener una segunda oportunidad lejos de las mesas de juego. Posiblemente el espíritu de Elvis nos protegiese en nuestro periplo por el desierto de Nevada, donde los cantos de sirenas tienen forma de luces de neón y de naipes.”
Una hora después amanecía, y me quedé dormido en mi escritorio.
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